Patricia Bullrich: hiperactiva, «blinda» a Mauricio Macri, rechaza que lleguen aliados «con condiciones» y construye su propio 2023

La presidenta de Pro se muestra por todo el país, defiende a Mauricio Macri y se niega a adelantar sus planes electorales.


Por Jaime Rosemberg para La Nación.

«¿Heredar a Mauricio? ¿Económicamente, decís? ¡Buena idea!», se ríe Patricia Bullrich cuando le preguntan en privado por sus intenciones políticas futuras. Hiperactiva y con alto despliegue mediático y territorial en las últimas semanas (estuvo en Entre Ríos con los hermanos Etchevehere; en Córdoba para el 8N; en San Isidro, el miércoles, junto a Gustavo Posse; y en Guernica, el viernes), la presidenta de Pro no niega que llegó al coqueto despacho del quinto piso del edificio de la calle Balcarce, sede del partido, para «hacer política», aunque por el momento declina opinar sobre sus cartas futuras.

Eso sí: la exministra de Seguridad defiende a capa y espada el rol pasado y presente de Mauricio Macri en la coalición opositora y advierte sobre las condiciones de entrada que esgrimen potenciales aliados con los que interactúa el «ala dialoguista» que encabeza Horacio Rodríguez Larreta.

«Las alianzas no las hace un solo dirigente: tienen que ser aprobadas por toda la fuerza», sostienen cerca de Bullrich, que el lunes volvió a la oficina en la sede partidaria que (eso sí) heredó de Macri. Apunta -como el resto de los dirigentes cercanos al expresidente- a los tanteos con Margarita Stolbizer o Miguel Lifschitz, entre otros, motorizados por cercanos a Rodríguez Larreta como María Eugenia Vidal, Emilio Monzó o Rogelio Frigerio.

«¿No entran a Juntos por el Cambio si Mauricio es candidato? Así no va. Hay que entrar sin condicionamientos», la escucharon decir a la exdiputada en las últimas horas, en respuesta a lo que dejan trascender Stolbizer o el neurólogo Facundo Manes como condicionantes para sus eventuales incorporaciones.

Decidida además a no dejarle el lugar de aperturistas a los «moderados», Bullrich conversa con otros dirigentes de sectores liberales, representados por Ricardo López Murphy (que compartió la foto desarrollista la semana pasada con Rodríguez Larreta) o la exdiputada Cynthia Hotton, y habla de «taponar» el crecimiento de visiones más «extremas» como las de Javier Milei o José Luis Espert. «Tenemos que fidelizar nuestro voto», agrega, en velada crítica al «todos adentro» de los moderados que Rodríguez Larreta pone en práctica desde territorio porteño.

En lo discursivo, su postura confrontativa con el kirchnerismo es clara, aunque ella prefiera el término «resistentes» al de «halcones» en la lucha interna y externa. En Guernica, por ejemplo, Bullrich se puso «a la cabeza de la defensa de la gente que con esfuerzo, se pudo comprar su terreno y hoy sufre al ser usurpada». Una postura coincidente con su lucha por «la libertad y la justicia» en el campo de los hermanos Etchevehere, en Entre Ríos, y su participación activa en la manifestación del 8N, a la que ni Larreta ni el resto de los dialoguistas adhieren.

Más allá de las diferencias, Bullrich coincide con la primera plana de Juntos por el Cambio en la necesidad de buscar alternativas, si es que el oficialismo impulsa finalmente la suspensión de las PASO de agosto. El «sistema para competir» contra radicales y «lilitos» es, además de las encuestas, organizar elecciones internas que incluyan afiliados e independientes que se anoten previamente. Otra opción en la mesa opositora es la de negociar con el kirchnerismo una modificación de la ley que autorice internas solo donde hay dos o más candidatos que compitan.

Sus planes electorales

¿Será la candidata de Macri en la ciudad? «Hay que evitar las discusiones internas, que la gente nos vea peleando mientras el Gobierno está débil no es bueno. Hasta marzo hay que armar en silencio», asegura sin dar pistas.

A Elisa Carrió, con quien volvió a hablar después de meses, le critica por lo bajo haber dicho que «Macri ya fue» al igual que Monzó, y dice que su teoría del «mal menor» en la discusión por la postulación de Daniel Rafecas como procurador «no es aceptada por la gente». De todos modos, y aunque goce de la absoluta confianza del expresidente, prefiere no ir a la confrontación directa con su exsocia política, enrolada sin ambigüedades en el proyecto político del jefe de gobierno porteño.

«Todo lo que hace Patricia es 100 por 100 para crecer ella. Piensa en 2021 pero también en 2023», retruca un incondicional de Rodríguez Larreta, aunque considera que su «ambición y vocación de poder» es el «motor de todo político».

Enchufada las 24 horas en la política -esta semana debió pedir perdón por utilizar pasajes de la senadora Laura Rodríguez Machado para viajar a Córdoba-, Bullrich mira, como la mayoría de sus pares, las encuestas de opinión. La última medición de la consultora Opinaia, por ejemplo, la ubica con un 41 por ciento de imagen positiva y 51 de negativa, bastante mejor que los números de Macri (34 y 64, respectivamente), aunque lejos de los números de Rodríguez Larreta (59 y 32) y Vidal (49 y 45).

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«Mis números no se publican en los medios, pero igual es relativo, (Joe) Biden iba a ganar por ocho puntos (en Estados Unidos) y terminó justito», comentó la exministra con sus dirigentes de confianza en los últimos días. La ven dispuesta a dar la batalla externa con el kirchnerismo y, a la vez, defender a Macri de las embestidas internas de los dialoguistas.

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